El último semáforo que lindaba
con los límites de la ciudad se puso en rojo. Fuera llovía a mares. Las gotas
iban ganando más cuerpo hasta tal punto, que Carlota pensó que el granizo era
cuestión de tiempo.
Se preocupó un poco, no lo iba a
negar. Le esperaban unos cuarenta y cinco minutos del que se le antojaba el más
solitario de los recorridos. Hasta que le observó.
En el coche de al lado una chica
de más o menos su edad no paraba de moverse. Al principio creyó que estaba
regulando el asiento, pero entonces la vio gesticular. Parecía despreocupada,
como si la tromba de agua que caía no fuese consigo. Entonces lo comprendió.
Encendió la radio e insertó su CD
preferido. Ahora le tocaba a ella.
Quizás los malos tiempos son
inevitables, pero con música son menos malos.
Que preciosos son tus textos cortos. Es increíble como con tan pocas palabras consigues crear relatos tan hermosos.
ResponderEliminarUn besaszo <3
La música es un seguro de sueños.
ResponderEliminarSaludos
Nunca he sido mucho de música de hecho la suelo escuchar muy poco, pero creo que a veces es necesaria para sobrellevar las cosas.
ResponderEliminarSaludos, me quedo por aquí.
La música siempre es el mejor remedio a cualquier enfermedad... sobretodo si sabes elegir la adecuada (¡nada de canciones tristes cuando estás por los suelos!).
ResponderEliminarBesos