Para la mayoría del mundo la lluvia es un
mal necesario en pequeñas dosis. Una invocación cuando lavas el coche o riegas
las plantas. Para otros muchos era la excusa perfecta para quedarse en casa,
resguardados de todo y disfrutando de una buena película, un chocolate caliente
o simplemente una mantita. Para ella era el momento perfecto para escribir.
La lluvia era la mejor de las músicas, la
más hermosa y tranquilizadora. Podía pasarse escuchándola durante toda la
tarde, sin cansarse de ella.
Una vez adquiere su medida necesaria de
lluvia, retoma el asiento en su sillón y toma papel y lápiz. Las ideas llegan a
ella como rayos que iluminan el cielo gris.