martes, 29 de noviembre de 2011

Hugo


-Entonces, ¿ya está, se lo vas a decir así sin más? –Pregunta Craig mientras intenta abrir un litro de cerveza con su bufanda.- Después de tanto tiempo pensaba que como mínimo habría mariachis.

Hugo trata de sonreír, pero al final acaba robándole la botella a su amigo y quitándole el tapón como si nada.

-¿A qué más tengo que esperar? –Se encoge de hombros.- Llevo casi un año tras ella. Conozco sus gustos, sus manías, he soportado a sus novios y demás amigos especiales… No quiero vivir con el “¿y si…?” ni un instante más. Me supera.

Craig no dice nada, simplemente da un sorbo de la cerveza y mira a su amigo. Cavila durante un rato hasta posicionarse en todo este asunto.

-¿Sabes qué te digo?, ¡Que pa’lante! –Exclama.- Yo también estoy harto de verte pasarlo mal, para que lo sepas. Y en el remotísimo caso que te diga que no, no te preocupes, porque sabes que esta rubia siempre va a estar ahí para ti.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Rachel


La televisión suena de fondo mientras Rachel aporrea el teclado de su ordenador. El gran ventanal que da al salón acoge a la más oscura de las noches mientras Robert se toma el último café. Le observa desde la barra de la cocina, atento.

-¿Y bien? –Pregunta apoyando ambos brazos en la encimera.- ¿Sale algo?

La joven sacude la cabeza en señal de negación y se frota la cara con ambas manos. Suelta un hondo suspiro y tras una breve pausa, mira a su compañero de piso.

-Lo dejo. –Anuncia.- No valgo para esto.

El chico deja su bebida a la mitad y se sienta frente a ella, sobre la mesita auxiliar. Rachel pasea la vista por toda la habitación antes de detenerse en los ojos de Robert.

-Rachel…

-Por favor, no. –Le corta en seco.- Ya está, no lo hago bien… Lo único que escribo son historias de amor, fantasías edulcoradas que siempre acaban de la misma forma.

Robert espera unos instantes antes de pedirle permiso para opinar. Ella asiente. Le gusta escucharle.

-Mira cariño, esto no se basa en hacerlo bien o mal. Se basa en si a ti te hace bien o no, y ambos sabemos que es uno de tus mayores placeres en esta vida. Y respecto a la temática de los temas, sólo tengo que pedirte que te fijes en cómo funciona el mundo en estos días. La gente necesita historias de amor que les vuelvan a ilusionar, que les transporte lejos de aquí. 
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No sé cómo ha sucedido pero Summer of ’90 ha conseguido alcanzar los 101 seguidores :D Quería daros las gracias a todos, desde los que están desde el principio hasta los últimos que han llegado. Gracias por comentar en cada entrada, por animarme a seguir escribiendo y por supuesto por compartir vuestras historias conmigo. Un beso enorme, Summer.  

domingo, 20 de noviembre de 2011

Mike


Tres días. Hace tres largos días que Mike no puede pegar ojo. En su cabeza los recuerdos cobran vida; puede ver otra vez cómo aquellos chicos atormentan al enclenque de Paul y cómo el cabecilla de tal infame banda le señala y le advierte que será el próximo. A veces la ansiedad es tan grande que acaba vomitando, resultándole imposible retener alimento alguno o respirar con normalidad.

Mike no puede evitar soltar una risa amarga cuando ve todas esas campañas contra el bullying, la doble moral utilizada. ¿Cómo confesar semejantes hechos al mismo profesor que ha pasado por alto un maltrato tan obvio? Aún recuerda como en octavo la tutora del curso hizo permanecer sentada a una chica con su abusón alegando que no tenía poder para cambiar a los alumnos de sitio.

Lamentablemente ése es el pan de cada día en una pequeña ciudad como la suya. Por eso no para de tachar días mentalmente hasta que consiga salir de allí, de ése atolladero que tanto le está asfixiando. ¿El destino? No importa mientras sea lo bastante grande como para resultar un desconocido. Algún día volará, libre como un pájaro y aquellos años quedarán tan atrás que no los recordará.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Muérdeme las ganas


Dame un abrazo, juega con mi pelo y muérdeme las ganas. Ilusióname un día e ignórame al siguiente. Hazme sentir deseada, querida, única. No tengas reparos en decirme lo que sientes, lo que piensas… lo que sueñas. Enséñame a quererte y ten paciencia. Mucha paciencia. Háblame a dos centímetros de distancia, tiéntame con la mejor de tus armas. Pero sobretodo quiéreme, ya me encargaré de que sea la mejor decisión que jamás tomaste.