miércoles, 29 de febrero de 2012

El momento más feliz del día


“…y entonces se pone ese vestidito blanco que tanto me gusta y se pinta los labios del rojo más intenso que he visto en mi vida. Sé que quiere verse como una mujer, pero en mi más profundo pensamiento sigue siendo la muñeca más bonita de la tienda. Juega con su pelo, ahora convertido en tirabuzones y acompañado por una diadema con un pequeño pájaro de metal. Cómo decirle que yo antes era tan libre como él; y que aunque a veces parezca lo contrario, cada vez me gusta más este estilo de vida. Con ella.

Me gusta observarla cuando duerme, porque es cuando más frágil se ve. Y por qué no, me satisface esa sensación de que me necesita en su vida, protegiéndola. No me importa que pasen las horas muertas si es jugando con su pelo, o haciéndonos cosquillas, o paseando de su mano. A veces tengo miedo, ¿sabes? Miedo a que piense que no estoy metido en esto tanto como ella, miedo a que espere determinadas cosas y no las reciba. Miedo a que piense que no soy suficientemente bueno para ella, o que realmente merece algo mejor. O que yo merezco algo mejor. Pero entonces ella regresa a mí, besa mi mejilla y me susurra al oído que me ha echado de menos. Sin duda es el momento más feliz del día.”

sábado, 25 de febrero de 2012

Ellie


-Esto no es justo...

-¿A qué te refieres?

-Como si no lo supieras... -Masculla la joven.- Estoy cansada de que cada vez que creo olvidarte reapareces en mi vida como una broma pesada. Una vez tras otra. Me sonríes como si nunca hubiese sucedido nada y esperas la misma reacción por mi parte. ¿Y sabes lo peor? Que lo consigues. 

-Creo que estás sobreactuando...

-A ver si me equivoco: te ha dejado. Te has vuelto a quedar solo como un perro. -Ni siquiera es capaz de aguantarle la mirada.- Pues escúchalo bien porque no te lo voy a volver a repetir: no soy tu paracaídas. 

domingo, 19 de febrero de 2012

Uno de esos días

Hace tiempo escribí esta entrada, pero he visto oportuno volverla a sacar. Por los viejos tiempos y por los nuevos huéspedes. 115 ya. El día 16 el blog cumplió un año, un año en el que las cosas han cambiado tanto como el nombre de éste. A los que no la hayáis leído espero que os guste y a los que sí, espero que os traiga buenos recuerdos. Un saludo.
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«Hoy es uno de esos días grises y tristes. Ella no los suele tener, pero hoy se ha visto envuelta en uno de ellos. Siente miedo. Normalmente ella es quien sonríe por y para los demás, la que contagia las risas y quien saca a relucir anécdotas olvidadas. Pero hoy no.

Hoy necesita que le recuerden que es necesaria en la vida de algunas personas, que le regalen una sonrisa porque si. Que le hagan sentir bien. Que le aseguren que el amor va a llegar a su vida, que toda espera merece la pena. Que ella merece la pena.

Hoy ella no se siente guapa, se esconde en su ropa más oscura y trata de pasar desapercibida. Hoy se ha convertido en una de esas personas que tanto detesta.

Así que si la ves pasar, dile que no está sola. Dile que hay mucha gente que sigue sonriendo por y para ella, que le contagiarán miles de risas y que sacarán a relucir anécdotas que ya ella tenía olvidadas.»
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Link de la entrada original aquí

viernes, 17 de febrero de 2012

Anfitrión, Invitado.


Llueve. 

Hacía tiempo que no lo hacía, y mucho menos con semejante intensidad. Le espera en el sitio pactado, una cafetería. Decide no tomar nada hasta que no se presente. Aunque se esté helando.

Pasan diez minutos hasta que cruza el umbral de la puerta. Lleva el pelo mojado y la nariz congelada por el frío. Le sonríe desde la mesa, anfitrión. Nunca se le ha dado bien la grosería.

Antes de sentarse, la otra persona, invitado, le regala un beso en la mejilla. Le recibe fríamente, y una parte de su cuerpo se alegra al demostrarle que no siempre va a guardarle una cara amable.

-¿Qué te pasa? -Pregunta desconcertado.- ¿Te pasa algo conmigo?
-Tenemos que hablar.

Las palabras. Invitado, desde el otro lado de la mesa mantiene una expresión de póker; alzando únicamente las cejas. Anfitrión se complace al recibir esa expresión. La esperada.

-¿Puedo saber por qué?
-Porque me he dado cuenta de que me merezco que se enamoren de mí. -Sentencia.- Lo has intentado, ambos lo sabemos. Como también sabemos que esto no va a llegar a ninguna parte. 

Silencio. Las gotas, sempiternas, ejercen de banda sonora en aquel triste final. Empezaron con ganas. Todos lo hacen.

Anfitrión deja de serlo para regresar a su protector abrigo, se pone la capucha y se echa a las calles, ahora empapadas. Mientras tanto, Invitado remueve su hirviente café iluminado por los relámpagos. Parece ser que en toda aquella oscuridad, comienza a aparecer la luz. 

miércoles, 15 de febrero de 2012

Ellas, las de plástico


Carlota las observa desde un rinconcito recordando que alguna vez quiso ser como ellas. Trata de disimular esa risita floja que se le escapa cada vez que lo recuerda; cada vez que las ve en acción. 

Ellas, las de plástico, caminan siempre sobre tacones para no perder nunca esa posición simbólica que guardan con el resto del mundo. Llevan la frente tan alta que casi apuntan al cielo con la nariz.
Ellas. Las que se maquillan tanto y tan a diario que hacen dudar de si alguna vez muestra su verdadera cara. Las que van de compras todas las semanas para cuidar el exterior porque lo de dentro está podrido. Las que se juntan con las de su misma especie y mienten cada vez que se refieren a ellas como «amigas». Esas amigas a las que pisan y contra las que compiten.

Entonces es cuando se da cuenta de lo afortunada que es. Ella sí tiene amigas. De las buenas. 
Luego están las que no admiten su soledad, y las que lo reconocen alegan un pretencioso porque yo quiero. Debe ser divertido ser el ombligo del mundo, sentir que todo gira a tu alrededor. Ellas. Las que no saben disfrutar de una tarde en el parque de siempre, las que no ríen hasta que les duele la barriga; a no ser que sea a costa del pardillo de siempre. Las que tienen la necesidad de hacer fotografías cada fin de semana para demostrar cuán bien se lo pasan. Las que mantienen orgullosamente intacto su pintalabios, aunque la cruda realidad sea que nadie vaya a quitárselo a besos.

¿Cómo ahora es que siente pena por ellas? El misterio queda resuelto, así que Carlota recoge sus cosas y camina de regreso a casa. ¿Y ellas, qué hay de ellas? Bueno, siempre cabe la posibilidad de que Ken Príncipe vaya a rescatarlas...

martes, 14 de febrero de 2012

San Valentín



Perdona si me agarra un ataque de sinceridad y te digo que no, que no me gusta San Valentín. Y aunque mentiría si no dijera que un minúsculo rinconcito de mí alberga la esperanza de recibir una rosa o una simple tarjeta, no me gusta la idea de que se conciba un único día como «el de los enamorados».

Cómo elegir un día de los enamorados, cuando cualquier día por la calle te cruzas con una pareja de ancianos que pasean cogidos de la mano, luchando contra el frío. Cómo decidir que el catorce de febrero es la fecha si el corazón te palpita a más de cien cuando él o ella roza su mano con la tuya casi sin querer en el día menos pensado.

Que cualquier día puede ser el día. El día que te mira a ti, sólo a ti. En el que acorta distancia, en el que te sonríe. El día en el que te roba un beso para después cogerte de la mano. El día en que te confiesa que te estás haciendo un huequito en su corazón y en su mente. El día en que te dice que te quiere.

Así que vuelvo a disculparme por no tenerle un especial aprecio a este día, tan señalado para algunos, pero yo prefiero quedarme con ese amor que se hace patente cada día en cualquier lugar, a cualquier hora...

Summer