Querida Sara,
No estás pasando por un
buen momento así que voy a decirte algo que esperas oír en algún momento pero
que no está llegando.
Ante todo, eres una
buena persona. No te voy a mentir y a decirte que no eres brusca, porque a
veces lo eres, pero pocas veces te he visto dirigirte a una persona con maldad
contenida. Muy pocas.
Eres inteligente. Sabes
mucho de muy poco, sí, pero es preferible a saber muy poco de un montón de cosas.
Y lo mejor de todo es que no vas por ahí presumiendo por ello, pavoneándote
como si ello te fuese aportar algún tipo de impacto en tu alrededor. Te falta
un poco de picardía, pero es algo que muchos aprenden a base de golpes.
Eres divertida. No eres
una payasa constante, pero tienes buenos momentos. Y natural, lo cual te ha
servido para meterte a más de una persona en el bolsillo. Aunque ni siquiera lo
estuvieses intentando.
Eres un montón de cosas
buenas que ni siquiera sabes porque te infravaloras. Y ni siquiera es eso. Por
alguna estúpida razón recaes el peso en los de tu alrededor. Ellos no tienen
que aprobar tu forma de ser, vestir, vivir o decidir. Eres tú. Tú eres la
causante de tu felicidad y de tu desgracia, tú tienes el peso de tu vida. Quizás
esto te va a restar ilusión respecto a esas personas, pero es hora de que
retomes las riendas.
No es una crítica, es
una lección.
Tu sentido común.