viernes, 27 de enero de 2012

Lilith


Lilith es uno de esos pequeños seres mágicos que habitan entre nosotros. Para ser exactos, vive en «la ciudad donde nunca pasa nada», como la llaman sus propios habitantes. Mientras muchos sueñan con abandonar aquel lugar, ella descubre algo nuevo cada día; una nueva razón por la que permanecer allí.

Le gusta poder desplazarse en bicicleta tranquilamente hasta la playa, donde pasea por la orilla para acabar en las rocas, al final del acantilado. Una vez allí disfruta de los rayos del sol mientras las olas, al impactar, salpican su cuerpo entero.
Cuando la marea está revoltosa, Lilith la cambia por los campos de trigo. Ríe divertida al descubrir que ya consiguen taparla por completo, y se siente toda una aventurera una vez consigue salir de aquel laberinto.

La joven tira monedas a la fuente de piedra de la plaza mayor para luego poder pedir un deseo con todas sus fuerzas. Además, en las fechas señaladas, espera en la estación de autobuses el reencuentro perfecto y sonríe satisfecha al descubrir que, aunque sea en pequeñas dosis, el amor sigue patente. Algunos la señalan desde lejos y la tachan de loca mientras ella, bajo la puesta de sol, tararea la canción de siempre de vuelta a casa. 

martes, 24 de enero de 2012

24



Y aunque ya te haya dado tu regalo de cumpleaños, sabes que a mí me sigue pareciendo poco… lamentablemente aún no he encontrado la manera de bajarte luna, pero tú dame tiempo.

Comienza tu año número veinticuatro el cual deseo esté repleto de pequeños placeres tan buenos, o incluso mejores con los que ha terminado el número veintitrés. Le pido muchos más besos, de ésos que van precedidos de miradas furtivas o de un simple roce.

Le ruego instantes de calma, paz y silencio; pero también de risas, cosquillas y hasta mordiscos. Y ojala que esté lleno de largos paseos bajo el sol. Me da igual que sean en la ciudad, en la montaña o por la playa… mientras vaya de tu mano.

Espero que esté lleno de tus fotografías, de ésas en las que haces patente cómo te fijas en los pequeños detalles, cosa que me encanta.  

Pero lo que sobretodo quiero, es que seas feliz. Felicidad de la de verdad, de la buena. De ésa que se agarra a tus costillas y estalla con forma de sonrisa en tu boca. De ésa que te hace reír solo por la calle de repente, de cantar a gritos en el coche, de cometer locuras. Así que, amor, muy feliz cumpleaños.  

domingo, 15 de enero de 2012

Buenos días



Un instante, eso es lo que dura un despertar que ansío eterno. No me hace falta verlas para saber que tus manos, exploradoras, han acampado en mi espalda. Siento tu respiración a un par de centímetros de distancia sobre mi frente, reavivándome tu aroma, ése que sólo yo conozco. Tus piernas se entrelazan con las mías y me aferran a ti, logrando que ni el aire se interponga entre nosotros. Alzo el rostro con los ojos aún entrecerrados, molestos por la luz de un nuevo día. Y ahí estás. Trato de memorizar tu anatomía para que en el próximo y desafortunado amanecer sola, mi cabeza pueda reproducirte al detalle. Vuelvo a acariciarte una vez más, como si no fueses real, como si fueses el más dulce de los sueños. Es entonces cuando me devuelves la mirada, me sonríes y me das los buenos días más hermosos que nadie pueda plasmar mientras me derrito con el primer beso del día. 

martes, 3 de enero de 2012

Robin


Robin mira el reloj de cuco una vez más y empieza a dudar de su palabra. Recuerda que él le habló sobre la existencia de un plan alternativo. Un plan alternativo que incluía a una chica alternativa. Entonces observa su reflejo y se pregunta si ha merecido la pena arreglarse tanto.

Entre copas, conversaciones triviales y juegos de palabras se va sucediendo la noche. Ya ha dado todo por perdido cuando el timbre suena justo cinco minutos antes de las doce. Puede sentir sus palpitaciones al verle aparecer en el salón. Ni siquiera le da tiempo a saludarle, y casi lo prefiere así. Todos ríen emocionados por la entrada de un nuevo año, y bromean tan fuerte que casi no alcanzan a oír las campanadas por televisión.

Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno…

Todos se desean a gritos un feliz año nuevo y a continuación hacen patentes sus felicitaciones a través de besos y abrazos. Salvo ella. Y excepto él.

La joven piensa en huir, pero cuando sus pies reciben la orden él ya está a su lado, con una copa de champagne.

-Creía que no ibas a venir… -Articula la joven evitándole la mirada.

-No me lo hubiese perdido por nada del mundo… -Le confiesa al oído.- Además, ¿a quién iba a besar sino cuando dieran las doce?