Aunque siempre me enorgullezco de
esa sonrisa perenne que habita mi rostro, hoy no tengo ganas. Y fíjate que
siempre digo que a ganas no me supera nadie.
Por más cliché que suene, me he
dado cuenta que estoy sola entre un montón de gente. Que vienen y van, pero que
no sé cómo retenerlos en mi vida. Ahí es cuando llega la frustración. Y la
desesperación. Y los enfados por nada. Y tantas cosas más…
Quizás lo que más me preocupe es
que no sé cómo remediarlo. Porque sé marcarme objetivos. Soy altamente efectiva
cuando se trata de planes de acción. Pero, ¿cómo trazo un plan de acción cuando
se trata de personas y no del ámbito profesional?
Así que aquí me encuentro, en un
bucle emocional intentando buscar una forma natural de solucionarlo. Detesto los anexos entre etapas.