lunes, 1 de septiembre de 2014

─Pero seguimos teniendo pasión.

Carlota se mira las manos y se traga una risa ─más bien bufido─ irónica. No porque no esté deseando soltarla, sino porque sabe que él lo catalogará como una actitud hiriente. Y no lo es.

«La pasión, querido, no es tener sexo. No son esas ganas de devorarnos que nos entran de vez en cuando. La pasión no es permitirnos un día entero perdidos entre tus sábanas, o no poder dejarnos de besar en medio de la calle ante las miradas de desaprobación de algunas personas mayores. Al menos no creo que sea sólo eso.

La pasión ─y perdona por la carencia de un vocabulario más elaborado─ es saber que has perdido el culo por la otra persona. Y que lo seguirás perdiendo. No es cometer locuras, simplemente es saber que lo tuyo va más allá de quererse. No es algo peligroso ─te hablo de la pasión sana, por supuesto─. No te hace débil. No te degrada como persona. La pasión te da alas, te pone una sonrisa en la cara. La pasión es la que, a pesar de que una relación termine, te deja esa tranquilidad por las noches de que hiciste todo lo posible, y que lo hiciste de corazón».


─Supongo que sí ─dice finalmente tras esa larga pausa que se acaba de tomar─. Seguimos teniéndola.