Aunque siempre me enorgullezco de
esa sonrisa perenne que habita mi rostro, hoy no tengo ganas. Y fíjate que
siempre digo que a ganas no me supera nadie.
Por más cliché que suene, me he
dado cuenta que estoy sola entre un montón de gente. Que vienen y van, pero que
no sé cómo retenerlos en mi vida. Ahí es cuando llega la frustración. Y la
desesperación. Y los enfados por nada. Y tantas cosas más…
Quizás lo que más me preocupe es
que no sé cómo remediarlo. Porque sé marcarme objetivos. Soy altamente efectiva
cuando se trata de planes de acción. Pero, ¿cómo trazo un plan de acción cuando
se trata de personas y no del ámbito profesional?
Así que aquí me encuentro, en un
bucle emocional intentando buscar una forma natural de solucionarlo. Detesto los anexos entre etapas.
Creo que el problema viene cuando esperas demasiado de mucha gente. Lo comentaba antes en otro blog... No se trata de esperar lo que los demás pueden aportarnos, sino lo que nosotros podemos aportar a ellos. Es una buena manera de no frustrarse creo, y de aprender. Si se quedan, bien, si se van, bien.
ResponderEliminarNo sé, este último año he aprendido a base de caídas al vacío, y de frustración y de enfados, al igual que tú, que las personas que están, lo han estado y lo seguirán estando, y las que estaban a caballo entre lo uno y lo otro es porque en realidad nunca lo estuvieron. Y créeme, las personas que verdaderamente están, las podrás contar con la mitad de los dedos de una mano, y no por eso se acaba el mundo.
Besitos
En ocasiones no se trata de retener a la gente, sino de encontrar a personas que valga la pena que se queden.
ResponderEliminar¡Un beso enorme!