Lo que más difícil le resultó no fue darse cuenta de que él
no le quería, sino cortar ese lazo invisible y unidireccional que ella misma
había anudado.
Durante un largo, larguísimo, periodo de tiempo había estado
luchando sola por mantener una relación carente de sentido. Ella sólo quería
tenerle en su vida. Él veía una relación indolora.
No era un secreto. La frase “no puedo corresponderte del
mismo modo” estuvo a la orden del día casi desde el minuto uno. Quizás a él le
ayudaba a no tener cargos de conciencia. Quizás a ella le ayudó a no esperar
nada.
Conversaciones convertidas en monólogos, falsamente
retroalimentadas con respuestas monosílabas, si es que había suerte. Y la lista
seguía… vaya, que si seguía.
Pero «la mañana más inesperada» —nótese la ironía, pues fue
un pensamiento que creció con el tiempo hasta volverse acción— decidió que ella
también tenía derecho a que alguien se enamorase de ella. Que se le pusiera
cara de idiota cuando la recordase. Que llevara por bandera el color de sus
ojos.
Que se diera cuenta de que estar enamorado es una ventaja
que no tantos disfrutan, a pesar de las creencias de la gente. Que a pesar de
que terminara, iba a asegurar con la cabeza bien alta que hizo todo lo que el
corazón le pedía.
Así, cogió la puerta para no volver, estando segura de
varias posibilidades.
La primera, que él le extrañaría. Notaría esa carencia.
La segunda, que algún día él se enamoraría de verdad y
caería en la cuenta de todo el daño insonoro que le había hecho.
La tercera, que viviría en aquel estado toda su vida.
Lo bueno de estas posibilidades, es que ella no estaría
esperando tras ninguna de ellas.
Amores unidireccionales con dolor elevado al infinito por pensar que alguna vez pudiera ser algo más, y nunca llega. Aunque en este caso, al no esperar ella nada, quizá, fuese más ligera la marcha. Que él se diese cuenta tarde o temprano, seguro, ¿reconocerlo? nunca, ¿reintentarlo? Jamás. Uno, porque a él no se le ocurriría esa posibilidad, dos, porque ella no estaría esperando.
ResponderEliminarBesos
El dolor hay que dejarlo aparcado en el parking de atrás. Las relaciones tóxicas, desterrarlas al otro lado del océano. Y lo mejor, como dices, es darte cuenta de que tienes otras maravillosas posibilidades. Ser valiente y abrir esas puertas. Porque existen muchas cosas buenas que están por llegar :)
ResponderEliminarUn besito.
Miss Carrousel
Muy bello! aunque representa una decisión difícil de tomar o de ser aplicada al pie de la letra. Es difícil pensar que ella no estaría esperando por alguna de esas posibilidades, porque siempre hay cierta necesidad de saber cuál es el resultado final. Sin embargo, a veces lo mejor no es enterarse de ese resultado, sino decidir en buscar otros objetivos.
ResponderEliminarMe gustó muchísimo, escribes muy lindo, un beso.
Con la gotita en la esquina de mi pupila, ¿sabes lo que quiero decir?
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