Helena llevaba un tiempo preguntándose por
esa armadura que le había hecho sentir protegida del exterior. Ésa que había
tenido hasta hacía un tiempo atrás…
Se sintió desnuda y desarmada frente a algo
que parecía ser más grande que ella misma. Supuso que era el precio a pagar y
que se trataba de algo bueno. Un nuevo comienzo.
El tiempo pareció llevarse a la vieja Helena y dejar sobre el suelo a una
chica débil, emotiva. Le costó un tiempo darse cuenta de que lloraba todos los
días. Y se suponía que no se podía vivir
feliz sin coraza…
Entonces sucedió. Un golpe directo al corazón
le hirió gravemente. Y aún le duele cada vez que lo recuerda. Pero no le hirió
de muerte. Fue gratificante descubrir que esa armadura que tantos años había
llevado no había desaparecido, sino que ahora estaba bajo su piel,
protegiéndola más que nunca.
-No voy a dejar que me hagas daño.
A veces no necesitamos mas armadura que nuestra propia mente. Un beso enorme, la niña perdida.
ResponderEliminar¿Así que se pueden llevar escudos por dentro y no por fuera? Mmm… Quizá deberíamos probarlo. Dejar que nos hieran para ver que nada es lo suficientemente grave como para caer y no levantarnos. Y entonces resurgir más fuertes que nunca.
ResponderEliminarUn besito
Hay cosas que pueden causar mucho daño... pero no hay que quedarse con el dolor, sino seguir adelante, porque sin él no aprenderíamos a ser fuertes
ResponderEliminarUn beso
Las cicatrices te hacen inmortal. Al principio, duelen. Después, como le pasa a Helena, crean esa armadura contra el viento, contra el mundo.
ResponderEliminarMe ha encantado :)
Besitos
Miss Carrousel