viernes, 11 de abril de 2014

Helena

Helena llevaba un tiempo preguntándose por esa armadura que le había hecho sentir protegida del exterior. Ésa que había tenido hasta hacía un tiempo atrás…

Se sintió desnuda y desarmada frente a algo que parecía ser más grande que ella misma. Supuso que era el precio a pagar y que se trataba de algo bueno. Un nuevo comienzo.

El tiempo pareció llevarse a la vieja Helena y dejar sobre el suelo a una chica débil, emotiva. Le costó un tiempo darse cuenta de que lloraba todos los días. Y se suponía que no se podía vivir feliz sin coraza…

Entonces sucedió. Un golpe directo al corazón le hirió gravemente. Y aún le duele cada vez que lo recuerda. Pero no le hirió de muerte. Fue gratificante descubrir que esa armadura que tantos años había llevado no había desaparecido, sino que ahora estaba bajo su piel, protegiéndola más que nunca.


-No voy a dejar que me hagas daño.

4 comentarios:

  1. A veces no necesitamos mas armadura que nuestra propia mente. Un beso enorme, la niña perdida.

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  2. ¿Así que se pueden llevar escudos por dentro y no por fuera? Mmm… Quizá deberíamos probarlo. Dejar que nos hieran para ver que nada es lo suficientemente grave como para caer y no levantarnos. Y entonces resurgir más fuertes que nunca.

    Un besito

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  3. Hay cosas que pueden causar mucho daño... pero no hay que quedarse con el dolor, sino seguir adelante, porque sin él no aprenderíamos a ser fuertes
    Un beso

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  4. Las cicatrices te hacen inmortal. Al principio, duelen. Después, como le pasa a Helena, crean esa armadura contra el viento, contra el mundo.
    Me ha encantado :)
    Besitos

    Miss Carrousel

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Muchas gracias por dejar tu huella.