Me gritas callado.
Me miras a los ojos hasta que consigues que
aparte la mirada.
Me ahogas sin manos.
Siempre pudiste conmigo, estamos demasiado
mayores como para ponernos a contar mentiras. Sabes cuales son mis puntos débiles
y te tiras a ellos. Rabioso.
Me vuelves pequeña. Te llevas mis ganas, esas
de las que siempre presumo porque nunca me faltan, y me dejas triste, apagada y
gris.
Yo no creo que se pueda vencer al miedo, pero
sí que se puede forcejear con él. Pararle los pies, hacer que retroceda, por
poco que sea.
Así, finjo que no te oigo, aunque lo haga.
Te aguanto la mirada aunque me vaya la vida
en ello.
Respiro hondo antes de que me visites por
sorpresa.
No hay que tenerle miedo, porque entonces es cuando te vence. Hay que aguantarlo y ser valiente, aunque como dices, nos lleve la vida en ello. Nunca hay que paralizarse ante él, hay que seguir adelante, pase lo que pase, al final se cansará de intentar asustarnos.
ResponderEliminarEs genial
ResponderEliminar