Fue entonces cuando te vi.
Tenías el pelo un poco más largo que de
costumbre. Me detuve en él por unos instantes y descubrí que estaba un poco más
claro de lo habitual. Rápidamente, rememoro cuán habitual era encontrarte en la
playa junto a tu vieja tabla de surf. ¿Recuerdas cuántas veces te dije que
odiaba ese rubio imposible? Qué difícil resulta ahora sacar de mi memoria cómo
era surcado por mis manos.
Llevabas ese jersey enorme de color azul
oscuro que conseguí que te compraras. Aunque tú no estabas muy convencido. Me
gustaba robártelo en las mañanas de domingo y llevarlo cual vestido. Aunque probablemente
lo que más me gustaba era la cara que ponías.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando tus
ojos finalmente encontraron a los míos, aún perdidos en ese jersey. En ese
momento caí en la cuenta de que llevaba los labios de ese rojo intenso que a ti
tanto te gustaba y que yo siempre descarté.
Quizás se me daba demasiado bien echarte de
menos. Disfruté en el modo en que te acercaste a mí, con las manos en los bolsillos. Solías hacerlo muy pocas veces, sólo cuando te sentías inseguro. Al parecer las viejas costumbres se mantienen fuertes.
-El rojo siempre te quedó bien. -Me dices tratando de usar esa falsa arrogancia tuya.- Casi tanto como este jersey.
Rojo pasión, como el de este relato.
ResponderEliminar:)
Supongo que las costumbres de pareja tardan mucho en irse, sobretodo si las recordamos a menudo.
ResponderEliminarUn besito
¡Me encantó! Me has dejado con ganas de más.
ResponderEliminarAins, ha sido como ver una película, una película que me gustaría ver con más detenimiento :)
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