jueves, 29 de enero de 2015

Sin prisas


«¿Cuándo te vas a echar novio?»

«Alguien te tiene que gustar seguro, lo que pasa es que no nos lo quieres decir»

«Pero a ti te gustan los tíos, ¿no?»

«¿Y tú no te sientes sola?»
«Ay hija, qué rancia eres»

Carlota sonríe y remueve su taza de cacao de cara al fregadero, ignorando por completo a sus familiares.

Hubo un tiempo no muy lejano en el que le aterraba escuchar las palabras «reunión familiar». Cuando sentía que tenía que justificarse y se quedaba devastada en el sofá pensando qué había de malo en ella, mientras el resto se marchaba a sus respectivas casas con una sonrisa de oreja a oreja. Ajenos a la masacre que acababan de hacer con su autoestima.

—La próxima vez me quedo en la habitación. Que se metan un ratito con Arturo, que él tampoco tiene pareja.
—La diferencia es que tu hermano pasa de ellos. ¿Qué sabrá nadie de sus circunstancias?

Una vez más, su madre le daba una buena respuesta en forma de pregunta.

Trabaja por las mañanas y está cursando su último año de universidad. Está ahorrando para un máster que aún no ha decidido. Apenas tiene tiempo para estar con sus amigas, si es que no le ha vencido antes el cansancio.

En el fondo sabe que no son más que excusas. Entonces le toca ser sincera consigo misma.

No es un buen momento para tener pareja. No necesita un compañero de camino, al menos no por ahora. Quizás en seis meses abandona su ciudad, lo cual le hace pensar en cuán egoísta sería compartir un tiempo limitado de su vida para luego poner tierra de por medio.

Y lo más importante. No ha aparecido nadie que le merezca cambiar esos ideales, y tampoco tiene prisa. Se encuentra en un estado de felicidad individual que nunca antes había experimentado.

1 comentario:

Muchas gracias por dejar tu huella.