Especial,
especial, especial, especial…
Aquella palabra retumba en la cabeza de la
joven, otra consecuencia más de aquella maldita resaca. Fue una de esas noches
tontas en las que con una copa en la mano y un puñado de frutos secos, sientes
que puedes solucionar el mundo junto a tus amigos. Que no es tan difícil salir
de la crisis y que la fortaleza llega a tu vida de la mano de otra persona.
-Creo que la persona que más especial me ha
hecho sentir en la vida es él. Y digo
“él” porque nunca llegué a saber su nombre. –Sonrió.- Me observaba desde lejos
como si fuese el objeto más frágil y hermoso que hubiese visto en su vida.
Quizás por eso nunca llegó a acercarse, por si me rompía. Entonces un día,
desapareció.
-¿No lo volviste a ver?
-Nunca más. –Sacudió la cabeza.- Sus ojos
azules se borraron del mapa y se llevaron consigo mi lógica destructiva de que
todos somos especiales.