miércoles, 28 de noviembre de 2012

La carne en el asador



Sonríe con el fulgor de la mañana, plantándole cara al frío. Últimamente las cosas no han salido del todo como esperaba, pero eso no significa que se le hayan acabado las ganas de seguir intentándolo.

Se enreda su bufanda favorita al cuello y se coloca las gafas de sol. Nadie dijo que el frío y el sol se llevaran mal. Utiliza un vaso de papel para su café  y sale a la calle con los auriculares a todo volumen.

Tony ha aprendido a tomarse las cosas con calma; al menos, las que no tienen tanta importancia. Los agobios, las malas rachas y el retraso de los autobuses, no la tienen. Él prefiere poner toda la carne en el asador en cuanto a nuevos proyectos, ilusiones e ideas se trata. Quizás aún no haya dado con el secreto de una vida mucho más placentera, pero sin duda va por buen camino.

martes, 27 de noviembre de 2012

Golpes de suerte



Tras cerrar la puerta a sus espaldas, la joven se coloca su gorro de lana y comienza a andar. Parece ser que la televisión tenía razón, pues el otoño ha dado paso a un gélido invierno que sortea la ropa y se cuela por los poros de la piel.

A diferencia del resto, Summer disfruta con ese frío, pues es una prueba más de que el invierno está aquí. La decoración navideña, las velas, esa mantita roja… cada objeto tiene un recuerdo impreso. Y todo tiene su motivo.

Le parece increíble que ya haya pasado casi un año. Que se dice pronto. Un año en el que ha querido más que nunca, en el que ha sentido más mariposas que cuando era una crédula adolescente. Un año que le ha brindado la posibilidad de madurar, de crecer como persona. Hay nuevas ciudades, nuevas personas, nuevos sentimientos. Y todo gracias a una única persona: ÉL.

Quizás todos esos años de espera le aguardaban a él. Probablemente sea la casualidad más bonita que en su vida disfrutó. Y tal vez se han conocido cuando se consideraban perros viejos, pero aún les quedan primeras veces. Después de todo, él fue quien le regaló su primera rosa. Y la persona que le anima a escribir día tras día.
  
Hoy descubre que a pesar de la frialdad en sus pasadas palabras, con su llegada descubre que lo que tanto anhelaba existe. Que la suerte puede estar de nuestra parte.

Hoy toca valorar lo que tiene. 

jueves, 15 de noviembre de 2012

Luca y Rebeca

Si preguntaran a cualquier amigo o conocido de Luca y Rebeca sobre ellos, diría que son un auténtico cóctel molotov. Que pasan el tiempo haciéndose daño el uno al otro, que es una historia pasada de rosca y que jamás de los jamases acabará bien.

Pobres ilusos.

Los amigos y demás personas cercanas a Luca y Rebeca no saben que discutir es lo que mejor se les da. Que discuten por todo: comida, desorden, el aire acondicionado, demasiado orden, la película del cine, y hasta por el color de su pelo. Por puro placer.

Basta con una frase con punta para encender la mecha. Lo demás viene al instante, como la pólvora. En un abrir y cerrar de ojos se encuentran en medio de cualquier lugar vociferando cosas que realmente no piensan, que no sienten. Los gritos duran lo mismo que una detonación. Momentos después, lo único que hay alrededor son cenizas.

Es entonces cuando resurgen como un ave fénix, fundidos en uno. La pasión vuelve a florecer con una nueva forma, más fresca, más nueva.

Si preguntaran a Luca y a Rebeca por cualquier amigo o conocido, dirían que son unos pobres ilusos. Que jamás conocerán el verdadero significado de la pasión.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Llueve en mí

El sonido de la lluvia consigue que se me erice la piel. Lleva lloviendo dos días, dos largos días en los que tú no has regresado ni dado señales de vida. Fuera la lluvia se intensifica, haciendo que apenas pueda distinguir las luces de los coches y los semáforos.

En mi cabeza siguen retumbando los gritos, mis lamentos y tus portazos. Nunca se nos dio bien ponernos de acuerdo, ¿no es así? La lluvia no amaina y temo que no puedas encontrar el camino de regreso a casa. Una sirena de ambulancia comienza a sonar y a mí se me encoge hasta el alma, como siempre.

La cafetera emite ese sonido agudo que tanto te gusta y yo me debato entre separarla del fuego o permanecer en el ventanal, arropada por la manta roja, esa que huele a ti. Mi mano no ha llegado a alcanzar el asa cuando escucho el crujir de la puerta. Cómo explicarle al mundo que sé que eres tú por cómo tintinean las llaves al otro lado.

Apenas te dejo terminar de abrir la puerta cuando salto a tus brazos. Tu ropa empapada camufla mis lágrimas, las cuales ruedan como gotas de lluvia por un cristal. Acaricias mi pelo, besas mi frente y me repites aquella frase que me dijiste la noche en que nos conocimos.

De pronto la lluvia me parece menos intensa, casi inerte.


–Vamos a la ducha. –Te susurro– Estás helado.