domingo, 4 de noviembre de 2012

Llueve en mí

El sonido de la lluvia consigue que se me erice la piel. Lleva lloviendo dos días, dos largos días en los que tú no has regresado ni dado señales de vida. Fuera la lluvia se intensifica, haciendo que apenas pueda distinguir las luces de los coches y los semáforos.

En mi cabeza siguen retumbando los gritos, mis lamentos y tus portazos. Nunca se nos dio bien ponernos de acuerdo, ¿no es así? La lluvia no amaina y temo que no puedas encontrar el camino de regreso a casa. Una sirena de ambulancia comienza a sonar y a mí se me encoge hasta el alma, como siempre.

La cafetera emite ese sonido agudo que tanto te gusta y yo me debato entre separarla del fuego o permanecer en el ventanal, arropada por la manta roja, esa que huele a ti. Mi mano no ha llegado a alcanzar el asa cuando escucho el crujir de la puerta. Cómo explicarle al mundo que sé que eres tú por cómo tintinean las llaves al otro lado.

Apenas te dejo terminar de abrir la puerta cuando salto a tus brazos. Tu ropa empapada camufla mis lágrimas, las cuales ruedan como gotas de lluvia por un cristal. Acaricias mi pelo, besas mi frente y me repites aquella frase que me dijiste la noche en que nos conocimos.

De pronto la lluvia me parece menos intensa, casi inerte.


–Vamos a la ducha. –Te susurro– Estás helado.

3 comentarios:

  1. Bienvenida de nuevo por aquí. Aquí también lleva dos días lloviendo, pero creo que con la calidez de tus palabras se nota menos este frío y esta humedad.

    :)

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  2. Pasión tras la nostalgia. Frío y calor juntos en una entrada.
    Me ha encantado :)

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  3. Wow... cómo sé ese sentimiento de incertidumbre, ese dolor por pensar haberle perdido para siempre, ese ahogo en la garganta de lágrimas queriendo salir... preciosísimo texto, con un final perfecto :) un saludo!

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Muchas gracias por dejar tu huella.