miércoles, 22 de agosto de 2012

Sandy


Realmente Sandy nunca fue una amante ferviente del verano como sus amigas. A ella le gustaba disfrutar del frío, del vaho de las ventanas, lienzos perfectos para dibujar y del tacto de la lana en su cuerpo. Apenas aguantaba más de dos horas en la playa.

A pesar de vivir en una ciudad costera y estar acostumbrada a ello, veía en los inquilinos estivales auténticos usurpadores. Invadían la arena, los aparcamientos, los bares y las terrazas. Cierto que era bueno para la economía de la ciudad, pero no podía evitarlo.

Sólo había un momento al día que concebía perfecto: el atardecer en la arena. Adoraba aquella brisa fresca que se levantaba ya entrada la tarde y te obligaba a colocarte de nuevo la camiseta. Disfrutaba viendo como el sol por fin se daba el gusto de bañarse en el mar y ver cómo todo concebía un nuevo color.

Sentaba en su toalla, rodeando sus rodillas con los brazos, aspiraba fuertemente por última vez antes de emprender el camino a casa. Lástima que los momentos perfectos sólo duren un instante.


4 comentarios:

  1. Si tienes la oportunidad de vivirlos, genial, ¡hay que aprovechar esos instantes por muy efímeros que sean!

    Yo también adoro los atardeceres. El de la foto es perfecto ^^

    Me encanta el cambio de look que le has dado al blog.

    Un besito

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  2. El verano y sus atardeceres...¡qué mejor! ; y ya ni te cuento los amaneceres.. :)
    Disfruta como si fuera el último de todos esos momentos, son geniales. Me alegro de verte seguir escribiendo. Un beso!

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  3. Pero ya sabes lo que dicen... ¡lo bueno, si breve, dos veces bueno! xD

    Me parece que me pasa lo que a Sandy, prefiero encontrarme con la playa desierta y sentir el viento frío en la cara...¡y no precisamente el de un ventilador! :)

    ¡Un beso!

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  4. yo también adoro esa sensación!:)
    Un beso!

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