jueves, 31 de marzo de 2011

El viaje


Cuando el despertador sonó no se revolvió entre las sábanas como de costumbre, es más, salió de un salto de su mullida cama. Caminó en ropa interior hasta la ducha tarareando su canción preferida mientras recordaba que en un par de horas estaría montada en el avión. Sintió un nudo en el estómago de esos que te hacen sonreír como un idiota.
Ella no era del tipo de persona que cada verano hacía las maletas y se iba a un lugar nuevo. No tenía ese poder adquisitivo, pero hacía casi cuatro años desde que visitó la ciudad del Big Ben y ya sentía la necesidad de escapar de la rutina.
Así que tras conseguir cerrar sus maletas a base de sentarse sobre ellas, se colocó su sombrero de palma y se despidió de su ciudad.
-Nos vemos en una semana. Pórtate bien.

sábado, 26 de marzo de 2011

Dos caras

Obtenida de We Heart It

-¿Sabes qué me gusta de ti? -Preguntó tras dar un sorbo a su Coca Cola-. Que no tienes nada que ver con tu apariencia. 

-¿Perdona? -Ella fingió sorprenderse, pero ya sabía por dónde iban los tiros-. ¿A qué te refieres?

Él se giró y se apoyó sobre su costado, en el respaldo del banco, para poder verla mejor. No le engañaba su cara de niña buena. 

-Si le preguntásemos a cualquier persona que no te conozca cuál es su primera impresión sobre ti, estoy seguro que nos diría que le pareces una persona dulce y cálida. 

-¿Y?

-Pues que tú no eres así. Eres más bien... agridulce. Y a veces puedes ser muy fría. Bueno, también está tu humor -recordó-. Negro e irónico.

-Pensaba que esas cosas te gustaban.

-No me gustan. Me encantan. 

martes, 22 de marzo de 2011

En el lugar de siempre


Le gustaba vivir allí. Era un sitio tranquilo y sencillo, donde los más mayores disfrutaban de una tarde en el banco de siempre y los niños jugaban en el viejo parque que había visto crecer a sus padres. Él no entendía cómo podía haber personas que rechazaran esa calidad de vida, inexistente en las grandes urbes.
A él le gustaba la sonrisa de las chicas que frecuentaban la peluquería de abajo, lo guapas que se sentían con sus melenas al viento y sus vestidos nuevos. No podía evitar reír al ver a sus amigos intentando cortejarlas, siempre de forma fallida.
Le gustaban los perros y los gatos, incluso los negros. No se privaba y acariciaba a todo el que se acercara. Los gorriones también jugaban un papel principal en el lugar, alegrando las mañanas a todos aquellos acostumbrados a madrugar.
Pero lo que más le gustaba, lo que más, era el recordar en cada esquina su más tierna infancia, la adolescencia y su madurez. Ahora sus manos estaban llenas de arrugas, a veces temblonas pero lo suficientemente fuertes como para sujetar su vieja cámara de fotos. Se la regalaría a su nieto, quien aún no había nacido, junto con el álbum de fotos que demostraba que en un pequeño pueblecito también se puede ser feliz.

sábado, 19 de marzo de 2011

El reencuentro

Recogí los libros de mi taquilla y me dispuse a acudir a mi siguiente clase. María caminaba a mi lado, de hecho no se había separado de mí desde que se produjo el desencuentro. Era una buena amiga, y honestamente sentía que no me la merecía.
Me estaba hablando de la serie que había empezado la noche anterior mientras esquivábamos a los alumnos que caminaban en dirección contraria. Era un estrépito, casi no podía oír a mi amiga cuando sucedió.
El ruido se detuvo y allí estabas tú, frente por frente acompañado por uno de tus amigos. Pensé en la cantidad de veces que te había preguntado cómo sería el día que nos volviéramos a ver. Tú no tuviste respuesta, nadie la tuvo.
Seguí caminando, pero para entonces mis piernas se habían convertido en gelatina y apenas podía mantenerme en pie. No tardaste en divisarme. Tu expresión fue fría como el hielo, tanto que llegó a decepcionarme.
Entonces, nos cruzamos. El pasillo era lo suficiente estrecho para que tu ropa rozase la mía. Ni siquiera te miré, mantuve la vista perdida, pero aun así pude sentir tu aroma. María lanzó un suspiro y me rodeó con su brazo.
-Vamos. –Apremió.- Se está haciendo tarde.

martes, 15 de marzo de 2011

Mientras amanece



Caminando descalzas y con los tacones en la mano, regresamos al hotel con la música aún retumbando en nuestros oídos. Nadie dice nada, sólo se oyen nuestras pisadas mientras amanece.
Me toco el pelo, ahora enmarañado y recuerdo algunos momentos aislados de la noche. La música, el humo, el alcohol, los chicos… No puedo aguantar la risa y al momento todos me siguen. Ha sido una completa locura, de hecho aún seguimos perjudicadas; aunque nadie puede decir si es por el alcohol o por la situación. La resaca empieza a hacer mella en nuestros cuerpos, ahora los de muertos vivientes. Contengo la respiración y miro atrás por última vez aquella discoteca. Qué diferente se ve ahora.
Continúo caminando y deslizo una de mis manos al interior de un bolsillo. En él hay una nota:
Gracias por cambiar mi vida en una sola noche.

lunes, 14 de marzo de 2011

Uno de esos días



Hoy es uno de esos días grises y tristes. Ella no los suele tener, pero hoy se ha visto envuelta en uno de ellos. Siente miedo.
Normalmente ella es quien sonríe por y para los demás, la que contagia las risas y quien saca a relucir anécdotas olvidadas. Pero hoy no.
Hoy necesita que le recuerden que es necesaria en la vida de algunas personas, que le regalen una sonrisa porque si. Que le hagan sentir bien. Que le aseguren que el amor va a llegar a su vida, que toda espera merece la pena. Que ella merece la pena.
Hoy ella no se siente guapa, se esconde en su ropa más oscura y trata de pasar desapercibida. Hoy se ha convertido en una de esas personas que tanto detesta.
Así que si la ves pasar, dile que no está sola. Dile que hay mucha gente que sigue sonriendo por y para ella, que le contagiarán miles de risas y que sacarán a relucir anécdotas que ya ella tenía olvidadas.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Celos


Page GraphicsSus tacones resonaban a lo largo del pasillo. Muchos eran los que habían intentado conseguir aunque sólo fuera una sonrisa de la chica de ojos azules, pero pocos eran los afortunados. Entre ellos, él. Estaban en el mismo grupo de trabajo, por lo que era común verles juntos por los terrenos de la universidad. Aquel día ella se despidió con dos besos en la comisura de sus labios. Luego dio media vuelta, y continuó su camino contoneándose de un lado a otro.


-Hola. –Saludé una vez desapareció de escena la chica.- ¿Qué tal?
-Bien, un poco cansado. –Sonrió, luego me miró a los ojos y frunció el ceño.- ¿Qué te pasa?
De nada me iba a servir soltarle un «nada, estoy bien», así que traté de ser honesta con ambos.
-Ella. Es… guapa. –Musité.
Guapa. Era mucho más que guapa, como un ángel. Y yo era más bien corriente.
-Sí, lo es. –Asintió. Intenté contenerme, pero se me acabó escapando un suspiro.- Mira que eres tonta, te prefiero mil veces a ella.
No dije nada, tan sólo me encogí de hombros y le dejé seguir hablando.
-La primera vez que te vi pensé que eras la chica más divertida de toda la universidad, ¿sabes? –Sonrió.- No te conocía de nada, pero te oí bromeando con el resto de tus compañeros y en más de una ocasión no pude evitar soltar una carcajada. Ella no tiene eso. Tú eres espontánea, sincera contigo misma y lo que es más importante: contigo se puede hablar de cualquier cosa. Te gusta conocer gente, hablas idiomas y te pasarías el resto de tu vida viajando, ah, y estás realmente sexy con mis camisetas.
Ambos soltamos una risita mientras yo enrojecía. Me rodeó con el hombro y me susurró al oído: Eres increíble, que nadie te haga jamás creer lo contrario.

domingo, 6 de marzo de 2011

Adiós

Con los dedos temblorosos llamó al timbre de aquella casa que ahora resultaba tan familiar. No tuvo que esperar mucho tiempo, la voz del chico sonó a través del telefonillo pidiéndole que aguardara un momento. Pensó en salir corriendo, pero no podía dejarlo pasar.
Estaba solo en casa; sus padres le habían dejado al cargo durante las dos semanas que se habían ido de vacaciones. Tragó saliva antes de encontrarse con él en el interior.
-¡Pasa! –Gritó a lo lejos.- ¡Estoy en el salón!
Hecha un mar de dudas caminó hacia el punto que le había indicado. Y allí estaba él, con el pelo revuelto, una barba descuidada y no más ropa que unos boxes. Tenía una lata de cerveza en la mano y olía a sudor.
-Siéntate. –Sonó como una orden.- Vamos a ver una película.
-No. –Contestó con un hilo de voz.- Sólo he venido para hablar contigo. Luego me iré.
Él ya sabía de qué iba todo aquello. Podía sentirlo, y no tenía más que mirarle a los ojos para saber que aquello no iba a resultar nada fácil. Se mordió el labio inferior mientras ella comenzaba a hablar.
-Verás, las cosas ya no van bien entre nosotros. –Murmuró.- Y creo que lo mejor para los dos es que todo esto se acabe aquí antes de que nos hagamos más daño.
-¿Qué? –Él fingió no entender qué sucedía, como siempre.- ¿Por qué dices que no van bien? Tú a mí no me has hecho ningún daño.
-Pero tú a mí sí. –Rebatió.- ¿Acaso no recuerdas los gritos que me diste antes de ayer delante de todos nuestros amigos? Me dejaste en ridículo.
-¡Y te pedí perdón por eso! –Los ojos del chico comenzaron a humedecerse, pero ella estaba demasiado cansada de sus tretas como para poder creérselas.
-¡¡Pero lo volviste a hacer ayer!! –Gritó, desesperada.- Me has separado de mis amigas, has hecho que mi mejor amigo no quiera saber nada de mí y me has hecho sentir la persona más miserable del mundo. ¿En serio crees que podríamos seguir juntos?
-Así que esta vez no es un “no eres tú, soy yo”. –Rió de forma frívola.- Supongo que podremos seguir siendo amigos. Nos veremos pronto, ¿no?
Pero ella no dijo nada, sacudió la cabeza y abandonó la vivienda. Ya no tenía que temer más gritos y abusos, ni sentirse cohibida, ni avergonzada. Comenzaba una nueva etapa, una etapa sin él.
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Nada más conectarme he descubierto que cMajuelo me ha otorgado en su blog un premio, así que muchas gracias, sobretodo viniendo de una blogger como ella.


Las reglas son las siguientes:
  1. Exponer el sello del blog.
  2. Decir ocho cosas sobre ti.
  3. Pasarlo a ocho blogs que hayas descubierto y que te gusten.
Ocho cosas sobre mí:
1.- Mi sueño es ser actriz.
2.- Mi comida favorita son los ravioles a la carbonara.
3.- Siento la necesidad de comprobarlo todo varias veces.
4.- No me gusta mi sonrisa.
5.- Soy muy insegura.
6.- Adicta a la Coca-Cola.
7.- No puedo vivir sin la música. Necesido escucharla a diario.
8.- Esta historia está basada en hechos reales.

Ocho blogs:
Cosas que no sé de ti
Neverending
Tiempo perdido, o cuando nada te parece suficiente
Super Tramp
Flores mustias
No disparen al pianista
The hollow in time
Un submarino sobre el mar
*Se lo daría también a cMajuelo, pero no vamos a entrar en un círculo vicioso, ¿no? :)