domingo, 15 de diciembre de 2013

No va de princesas


Sus labios de color fresa recordaban al poema de Rubén Darío, pero la triste realidad es que sus besos sabían a amargo café y cigarros baratos. Ella no era ninguna princesa. No necesitaba a nadie que la rescatara.

No le hacía falta un caballero de brillante armadura que le enumerase todas y cada una de sus virtudes.  Se las sabía de memoria. Sólo le rompieron el corazón una vez, pero dolió tanto que una vez recogió los pedazos, los tiró a la basura. Así es más práctico, solía afirmar.  

Adoraba comprobar cómo su generación iba cuesta abajo y sin frenos. Qué divertido era ver a todos intentar ser diferentes siguiendo el mismo patrón. Siempre que tenía la oportunidad, brindaba con cerveza por ellos, los mediocres, como ella solía llamarlos.

2 comentarios:

  1. Pero quizá los mediocres aunque intenten ser diferentes con el mismo patrón, tienen la motivación de hacer algo que los mantenga a flote, para convertirlos finalmente en eso que ansiaban ser. Quizá esa es la actitud que nos falta a veces, la de seguir intentándolo aunque seamos otros miles los que estemos en la misma situación.

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  2. Perseverancia, competitividad no con los demás, con nosotros mismos, exigirnos, retarnos que de las victorias no se aprende nada y quizás... quizás...
    Saludos!!

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