domingo, 26 de enero de 2014

Primer encuentro

El timbre anunció el comienzo de una nueva clase, así que agarré mis libros y caminé arrastrando los pies hasta el aula. No estaba de humor para aguantar bromas, así que me senté en una de las mesas que estaban junto a la pared, bajo la ventana. No aparté la vista del exterior, pensando en que todo parecía mejor ahí fuera.

Sin apartar la vista de la ventana pude oír cómo mis compañeros iban llegando. No resultó una sorpresa comprobar que nadie quería sentarse en el asiento libre que había junto a mí. Cualquier sitio les parecía mejor.

La clase se fue llenando hasta que finalmente el profesor entró. Me caía bien el señor Phillips, parecía el único adulto con sentido común que me rodeaba últimamente. Apenas había abierto su gastado maletín de cuero cuando la puerta se abrió de par en par, llamando la atención de todos. Al otro lado, un chico de nuestra edad respiraba agitado.

-¿Puedo pasar? –Preguntó entre jadeos.

-Después de tal aparición quedarías fatal si no lo hicieses. –Bromeó nuestro profesor.- Vamos, toma asiento.

Le bastó un rápido barrido para comprobar qué sitios estaban vacantes. No me sentí curiosa por su decisión, así que continué apuntando la fecha de aquel día en mi cuaderno.

-¡Hola! –Exclama alguien a mi lado en un susurro.

No puedo evitar dar un salto sobre mi silla, lo que le hace sonreír. Ahí estaba junto a mí, el chico de pelo alborotado y barba de varios días.

-Tú no hablas mucho, ¿verdad? –Continúa.- Te he visto por ahí y casi nunca vas con gente.

-El placer es mío. –Murmuro de mala gana.

-Perdón… -Susurra.- Me llamo Max.

-…Brooke.

sábado, 25 de enero de 2014

Reencuentros


Por lo general suele ser una persona hogareña. Puede pasarse días y días encerrada y no sentir claustrofobia. Pero no esta semana.

Con los años vas aprendiendo que una amistad no implica la necesidad de verse o hablar todos los días. Que cada cual va labrándose su futuro, diferente del resto, y que eso hace descuadrar horarios. No pasa nada, son lo suficientemente maduros como para asumirlo.

Lamentablemente esta semana se le ha hecho un poco cuesta arriba. Quizás la presión en la oficina, los 265 kilómetros de distancia, o esos días que no necesitan más explicación.

Una llamada es suficiente para confirmar cita en la cafetería de la calle principal. Con un dulce, cafés o batidos, comienzan a ponerse al día con la mejor de las sonrisas. Comienzan las bromas, las risas incontroladas, las canciones ridículas, las anécdotas. Entonces cada uno piensa en por qué no hacen esto más a menudo.

Continúan paseando por aquel pueblo grande que siempre fue su ciudad y se reconfirma que ya no tienen quince años. Comprueban que los niños de trece años no son como lo eran ellos, y que sentarse en un banco cualquiera a comer pipas no acaba siendo lo mismo del todo. Pero se las terminan, así se les quede el trasero helado de aquel banco de piedra.

Cuando llega el momento de despedirse, comprueban que el reloj ha corrido más de lo esperado. Alguno llega tarde a su cita posterior, pero poco le importa. Llegan los besos, los abrazos y las sonrisas. Con estas últimas, emprenden el regreso a casa deseando ese nuevo mensaje:

Necesito veros. Os echo de menos. 

lunes, 20 de enero de 2014


Y entonces empiezas el año de malas –da igual que te hayas tomado las doce uvas, o que hayas colocado el pie derecho por delante del izquierdo-, y decides que no vas a hacer una nueva lista de objetivos. Porque si no hay metas, no hay desilusión en caso de no llegar a alcanzarlas tan pronto como deseo. A día 20 de enero veo la luz al final del túnel –o del mes, todo depende del punto de vista-. Estos son mis objetivos generales, nada de 365 días de plazo.

·         Independizarme –empezamos fuerte.
·         Hacerme EL tatuaje –lo siento, cariño.
·         Portsmouth, Brighton, Bristol y Londres.
·         Trabajar de lo que he estudiado. Sin medias tintas.
·         Acortar esos 250 kilómetros que nos separan.
·         Adoptar a un chucho y ponerle “Carmelo” –que Carmelo es muy de Cádiz.
·         Lograr un C1 de inglés –vamos por el B2.
·         Brackets de esos que apenas se ven…
·         Lograr un B1 de alemán –sin prisas…
·         Dublín y Cork.
·         Encontrar un concierto que diga “éste es” –e ir, por supuesto.
·         No dejar de hacer deporte NUNCA más –odio los retornos imposibles.
·         Aprender a camuflar mi energía radioactiva –confundida con nerviosismo.
·         Nueva York, California: Los Ángeles, Santa Cruz, San Diego…
·         Aprender a hacer snowboard.
·         Y surf.
·         Y montar en bicicleta.
·         Tener una cama de matrimonio enorme.
·         Que no tenga que comprarme mi propia tarta de cumpleaños –qué triste.
·         Echarle valor y entrar en un campo de girasoles –basta de verlos a distancia.
·         Tocar a un panda.
·         Ser ascendida en el trabajo que menciono en el punto 4.
·         Imponer la tradición de “miércoles de cine” en mi futuro hogar.
·         Y la de “comida no-española”.
·         Aprender a hacer puchero como el de mi madre.
·         Seguir viviendo con mi sonrisa perenne. 
 


martes, 7 de enero de 2014

Amigo miedo


Me gritas callado.
Me miras a los ojos hasta que consigues que aparte la mirada.
Me ahogas sin manos.

Siempre pudiste conmigo, estamos demasiado mayores como para ponernos a contar mentiras. Sabes cuales son mis puntos débiles y te tiras a ellos. Rabioso.

Me vuelves pequeña. Te llevas mis ganas, esas de las que siempre presumo porque nunca me faltan, y me dejas triste, apagada y gris.

Yo no creo que se pueda vencer al miedo, pero sí que se puede forcejear con él. Pararle los pies, hacer que retroceda, por poco que sea.

Así, finjo que no te oigo, aunque lo haga.
Te aguanto la mirada aunque me vaya la vida en ello.
Respiro hondo antes de que me visites por sorpresa. 

miércoles, 1 de enero de 2014

Bienvenido, 2014

Entramos en el año con más o menos gente de la que hubo en el anterior. Los más tradicionales pasamos este último día con la familia, los menos, con los amigos.

Empieza un año lleno de propósitos, deseos, metas… Hemos aprendido a ajustarnos ese cinturón del que tanto hablan y hasta priorizamos objetivos.

Sea como sea, empezamos un año con las pilas recargadas, buenas intenciones y mucha ilusión.

2014, pórtate bien porque te recibo con los brazos abiertos.