Ése momento en el que se escribe por
notoriedad. En el que se disfruta más con la acogida de los demás que con la
satisfacción propia de conseguir plasmar en unos párrafos la maraña de
pensamientos que tienes en la cabeza.
Y entonces lo suben a Facebook, y es como “eh,
mírame, ¡escribo cosas profundas!”. Y todos les dicen que son geniales, porque
escriben. Entonces te planteas que tú podrías hacer lo mismo, que podrías
recibir halagos y ser el centro de atención por unos momentos.
Pero entonces caes y recuerdas que te hiciste
un blog anónimo porque aunque también era por vergüenza, no querías que nadie
condicionase tus escritos. Y las personas que lo conocen, ya te conocían de
antes lo suficiente como para saber que no vas a cambiar.
Así que cuando alguien demanda nuevamente
atención a través de la escritura, esa escritura que nosotros como bloggers tanto apreciamos, cierro la página. Sé a
dónde tengo que acudir para leer algo escrito de verdad.